(02 DE MAYO, 2022) Por J. Jesús Esquivel.
Cumbre incómoda
Washington – México junto con Brasil son dos países líderes en las discusiones políticas desde el ámbito latinoamericano. Andrés Manuel López Obrador y Jair Bolsonaro, son los disímbolos mandatarios de estas dos naciones influyentes que a nivel hemisférico son contrapeso para la influencia y manipulación de Estados Unidos.
En 1994, en Miami, Florida, se llevó a cabo la primera Cumbre de las Américas de la que Bill Clinton fue el anfitrión de entre los otros 34 jefes de Estado y de Gobierno que se abrazaron y saludaron.
Esa primera sesión entre los países miembros activos del sistema interamericano, con la excepción de Cuba, fue -y ahora visto en pretérito- un total fiasco de promesas y discusiones de las que solamente quedan para el olvido las fotografías de sus participantes.
El Área de Libre Comercio para las Américas (ALCA) era el horizonte de prosperidad y reducción de pobreza que en esa primera Cumbre prometieron materializar sus participantes. Brasil, meses después de
concluida la reunión en la península de la Florida, recapacitó sobre su compromiso y con sus vecinos de América del Sur desmembró la idea de la unión comercial hemisférica con una subregional. ¡Total!, ni lo uno ni lo otro se logró y con el paso del tiempo todo se evaporó dentro del baúl de promesas y sueños de políticos banales.
Ocho Cumbres de las Américas y 28 años después, seguimos en lo mismo. Nuevamente, toca a Estados Unidos ser la sede del encuentro de fotografías entre jefes de Estado y de Gobierno.
Del 8 al 10 de junio de este año en Los Ángeles, California, se llevará a cabo la Novena Cumbre de las Américas que, a diferencia de las anteriores, se distingue porque ocurre en tiempos de división regional. La presidencia de Joe Biden, como anfitrión y valet parking del evento, usará a la Organización de los Estados Americanos (OEA), como criba para imponer su voluntad y caprichos políticos.
Cuando se anunciaron los propósitos y objetivos de la Cumbre, que con el tiempo corroborarán que la de Los Ángeles será la Cumbre más incómoda para Washington, el Departamento de Estado definió que no todos los miembros activos del sistema interamericano serán invitados. Biden revivirá los hilos de su títere Luis Almagro, el Secretario General de la OEA, para aislar a los países que ahora no son de su agrado.
En la depuración de la lista de invitados ya se adelanta la exclusión de Nicaragua, Venezuela y posiblemente Bolivia, amén de Cuba.
A Washington le gustaría hasta en estos momentos no invitar a Brasil por Bolsonaro, pero no puede por lógica del tamaño de su economía orillar al gran coloso latinoamericano.
Es conocido en toda la región el posicionamiento de AMLO de que su gobierno quiere que se elimine a la OEA para reemplazarla con un organismo multilateral inmune a las manipulaciones y caprichos de Estados Unidos. Y, por supuesto, ello conlleva a borrar a Almagro de cualquier asunto interamericano como mediador o árbitro.
Conseguir un acuerdo con López Obrador sobre el formato de la Cumbre incómoda de Los Ángeles por los países que no serán convocados, fue parte de la necesidad de Biden de la reunión virtual que sostuvo con el presidente mexicano el viernes 29 de abril.
El peso de México como mediador latinoamericano es crucial para que el presidente de Estados Unidos no quede en ridículo como anfitrión del cónclave fotográfico entre líderes de América.
De entre los pocos asuntos que pueden tener resonancia y eventualmente algún impacto real en esa Cumbre de Los Ángeles, es el referido a la migración indocumentada hacia los Estados Unidos.
La Casa Blanca necesita a México y la influencia de AMLO para mitigar con cualquier proyecto de asistencia regional a las caravanas migrantes procedentes de América Central. México es el filtro de esta problemática migratoria. De resolver las diferencias entre Washington, Venezuela, Bolivia y Nicaragua, por citar a los países que se perfilan para no ser convocados a la Cumbre; nada. La retórica de discursos huecos sobre hermandad y amistad será un denominador común entre los asistentes.
Entre calaveras y diablitos carece de dotes videntes y, porque contamos con un pequeño colmillo de experiencia como observadores de mitotes hemisféricos, apostamos a que en Los Ángeles no pasará nada. ¿Cuánto?
*J. Jesús Esquivel es periodista, escritor, editor y productor mexicano. Actualmente es corresponsal en Washington de Proceso y colaborador de Aristegui Noticias.